Comamos, bebamos, seamos felices; pues mañana moriremos”. Y como mañana moriremos deducimos que no hay futuro. Y como no hay futuro, viviremos un eterno presente, es decir, hasta que no demos ya más de sí y carcomidos por el vicio abdiquemos y facilitemos paso a la muerte triunfante... ¡Carpe Diem!. No inauguramos la nueva era de decadencia, sólo anticipamos el final del mundo civilizado y la cultura occidental... (y la hecatombe nuclear si te me pones garrulo, estimado lector).
El sistema neoliberal ha acabado con los recursos naturales, contaminado y destruido el medio ambiente; a los capitalistas hay que agradecerles la nueva situación: sequías, tsunamis, terremotos y otras catástrofes de tipo similar. ¡Qué gran placer! Poder tostarnos al sol y adquirir así un look cancerígeno, para fardar ante los postmodernos colegas; o morir sepultados bajo toneladas de lodo en uno de esos simpáticos reajustes de la naturaleza ante la insostenibilidad del actual ritmo de producción y consumo. Los capitalistas son los paladines y mesías de la decadencia. Nosotras y nosotros sólo somos la “gota que colma el vaso”, el subproducto monstruoso de la actual situación. Nuestras ideas harían palidecer al mismo Aristipo de Cirene, que sin duda debe estar revolviéndose en su tumba.
Los personajes de la novela gótica y erótica sadiana adquieren en nosotros una fisionomía concreta y real. Nosotros y nosotras sólo hemos emparentado el placer y lo bueno con el vicio y el crimen. No tenemos mucho que perder, a no ser todo aquello que hemos adquirido de manera fraudulenta, mediante robo, extorsión o chantaje. ¿Qué somos? Somos libertinos; libertinos, criminales y comunistas... Pero no pregonamos el (pseudo)comunismo dictatorial de los bolcheviques, tampoco nos referimos al modelo comunista que presentaron los anarquistas clásicos; nuestro comunismo es el comunismo libertino, el comunismo de los hombres y mujeres sin principios, el comunismo de los criminales. Pero al fin y al cabo, “¿no se basa el comunismo en un principio, en el principio de cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades?”, preguntarás. En parte -te responderé, amable personajillo- pero nuestro comunismo es -como he señalado- el de los hombres y mujeres sin principios, sin moral alguna, sin ley, sin religión, sin ningún tipo de modales o buenas costumbres; viciosos, de dudosa reputación; así somos los comunistas libertinos. Nuestro comunismo no halla razón de ser en ningún principio social sino en el simple interés de los individuos particulares (y tan particulares), agrupados por haber constatado que el comunismo es el mejor “sistema” de organización económica y social; que los desechos sociales, los lumpenproletarios, hallamos mayor beneficio en estar unidos que en estar enfrentados.
La base económica de los comunistas libertinos se nutre de la sobreproducción y el desecho capitalista, aunque principalmente del robo. Robar y compartir con nuestros amigos criminales, ¡qué gran dicha! (y de paso nos ahorramos el morir acuchillados por la noche, por avariciosos). Los más capaces atracan bancos de renombre, los menos capaces se conforman con alunizajes en joyerías u otros suculentos negocios, y los principiantes con el tirón de bolso a indefensas y decrépitas viejecitas. Ya en la “comuna”, es decir, en un cuchitril apestoso o edificio abandonado con el típico plasta reclamando sus “derechos de propiedad” y injuriando a los okupas (cuando todos y todas sabemos que la propiedad tiene origen en la fuerza y en el crimen, y que hablar de “derechos” es poco menos que estúpido)... en la comuna –decía- los criminales se reparten los beneficios. Hemos visto surgir multitud de asociaciones de este tipo en las últimas décadas, aunque no se reconocen como comunistas libertinas, dado que los lumpen raramente adquieren conciencia de clase.
Viven en democracia absoluta contenida en sí misma, cerrada al mundo. Ni parlamentarismos ni capulladas legales que entorpezcan sus actos. La democracia más pura es la de los criminales. Cuando los lobos se unen para hincar el diente a incautos corderitos la unión que produce el crimen triunfante, sobre todo si es de sangre, garantiza una base increíblemente sólida. El delator es pasto del cuchillo y sus restos devorados por ratas. Alegales, anti-sociales, ateos, impíos, viciosos, crápulas, ladrones, asesinos, prostitutas, indigentes, decadentes de todo tipo, desechos sociales... ¡la crême de la crême del lumpenproletariado!. El robo legal –trabajo asalariado- no es nada comparado con el crimen que practican estos depravados. Tiemblen los parásitos legales y con buen nombre, es decir, los capitalistas, ante esta nueva clase de parásitos radicales. Una sociedad fundada en el trabajo asalariado y la esclavitud puede conformarse con el capitalismo o el socialismo de Estado.
Una sociedad sin gobierno basada en el trabajo libre y la autogestión podría conformarse con el socialismo o comunismo libertario. Pero una asociación de criminales nacida dentro de las decadentes sociedades modernas (sin posibilidad o intención de mejorarlas) que halle su razón de ser en el egoísmo de sus integrantes tendrá que buscar en el libre agrupamiento, en la libre fornicación, en la gula desproporcionada, en la crápula, el crimen y el libertinaje más absolutos, las bases de su unidad. ¡Lumpenproletarios del mundo uníos! No tenéis nada, que perder, a no ser vuestras patéticas vidas...
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1 comment:
hayo cierta komparacion al nihilismo en dicho eskrito...sobre la palabra libertino es bueno enfatizar su signifikado la kual deriva al libertinaje..ke aktua segun sus propios deseos en plena autonomia desviando importancia en los interes y pensamientos libres de lxs ke le rodean...me intrigo konocer el komunismo libertino...pues me parece un koncepto muy razonable y alternativa de vida fuera del kaos social..klaro esta sin negar las miradas ante ella...me parece muy interesante.....
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