Wednesday, May 21, 2008

ERES TU PEOR ENEMIGO

El primitivismo en la sociedad tecnológica.

x Miguel Amorós

La resistencia al proyecto tecnocapitalista de esclavización total ha podido manifestarse en la protesta contra el desarrollismo, en la contestación antinuclear, en la defensa del territorio y en las luchas contra la precariedad, pero se halla lejos todavía de unificar sus propuestas antisistema y formular un proyecto radical. ?Soy tan libre como el primer hombre que la naturaleza fabricara Antes de que las infames leyes de la servidumbre comenzaran Cuando bravío por los bosques el noble salvaje corría.?

La sociedad tecnológica es la más jerarquizada a la vez que la más opresora. El poder, la autoridad y la riqueza se han concentrado en grupos cada vez más reducidos, mientras la opresión se ramifica y extiende penetrando en todos los ámbitos de la vida cotidiana, con tanta más facilidad cuanto mayor ha sido el grado de tecnificación alcanzado. La tecnología seduce a sus víctimas con una promesa de libertad que envuelve y encierra a quienes sucumben ante ella. Los individuos sobreviven desarraigados y domesticados en un espacio redefinido por la tecnología, en una tecnosfera, llevando un modo de vida dominado por el consumo, el trabajo, la masificación, el aislamiento y la movilidad. Un mundo cada vez más artificial e inhabitable amanece sembrado de instalaciones nucleares, transgénicos, centros comerciales, autopistas, vertederos y zonas residenciales, configurando un espacio donde se desarrollan a sus anchas el control social, el urbanismo depredador y la degradación ambiental, y donde la pérdida de la autonomía colectiva y el desmoronamiento moral y psíquico de los individuos tienen carta blanca para progresar indefinidamente. La resistencia al proyecto tecnocapitalista de esclavización total ha podido manifestarse en la protesta contra el desarrollismo, en la contestación antinuclear, en la defensa del territorio y en las luchas contra la precariedad, pero se halla lejos todavía de unificar sus propuestas antisistema y formular un proyecto radical.

La opresión han forzado el concepto de libertad. Toda huella de barbarie lo ha sido también de cultura. Los saberes artesanales, el pensamiento filosófico y ético, la literatura, el arte, la medicina, el conocimiento científico, el derecho, el psicoanálisis, etc., han proporcionado suficientes materiales para desarrollar la conciencia social igualitaria y orientar la conducta hacia la libertad y la realización del deseo.

La libertad no es un estado natural perdido sino un hecho social reformulado en cada momento histórico. La negación de la lucha de clases, de sus formas organizativas, de su trabajo solidario, de sus objetivos revolucionarios, tiene consecuencias a la hora de la acción. El primitivista tiende a ignorar las luchas de los oprimidos, como ignora igualmente la Historia, pues según él no han perseguido otra cosa que el poder. Como no aspira a cambiar la sociedad sino a salir de ella, no se siente implicado en sus conflictos. No vamos a ridiculizar sus intentos de asilvestramiento puesto que sabe que es imposible un retorno semejante al paraíso y solamente se refiere a éste como inspiración. Pero esa inspiración no le acerca a la realidad, no le desvela las potencialidades anticapitalistas ?y antitecnológicas?del conflicto, sino que le mantiene a la expectativa, esperando hedonísticamente que una catástrofe coloque a la humanidad desengañada en la senda aborigen y al pensamiento racional en el camino del instinto, la magia y la santería.

nos estamos refiriendo al sistema capitalista, concretamente, a su fase globalizadora. Por supuesto que existen causas más lejanas, anteriores al capitalismo: la división del trabajo, el Estado, la Megamáquina, las jerarquías, la religión, la propiedad, las clases, la guerra...

El capitalismo es el dueño del mundo y por lo tanto cualquier lucha real es y será una lucha anticapitalista. Las metas a corto plazo que han de fijarse, por parciales que sean, no tienen cabida en el capitalismo. Hacer retroceder la producción al nivel de hace veinte años, disminuir el consumo de carne y de lácteos, desestabular a los animales, limitar drásticamente el uso de combustibles fósiles, prohibir el vehículo privado, bloquear las cuentas de las inmobiliarias y de las constructoras, reconstruir los territorios contaminados, hormigonados y asfaltados, restaurar los bienes comunales, volver a los huertos urbanos, municipalizar, desurbanizar, desmantelar las industrias y las centrales energéticas, reciclar, relocalizar, reutilizar... Son medidas prácticas que pueden servir para la confección de un programa mínimo antidesarrollista. Los defensores del progreso tecnológico lo tildarán de extravagante, pero mucho más extravagantes son los planes ultradesarrollistas con los que la codicia de sus promotores no para de obsequiarnos.

Miquel Amorós Conferencia en el centro social La Mistelera, Denia (Alicante), 13 de octubre de 2006.

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